Descripción
La violencia se encuentra silenciosamente inscrita en medios y formas de representación que son aceptadas por todos, de modo que asumimos sus supuestos e implicaciones y con ellos, la invisibilidad o naturalidad de esa relación de dominación. A veces, por el contrario, el silencio supone el imperativo ético de respetar la singularidad absoluta del sufrimiento. «La violencia nos compromete. Se trata de un concepto borroso en cuya maleabilidad puede no obstante hallarse su capacidad de enfrentar una realidad tan compleja como la nuestra.
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